Eddie el águila

Estamos ante una divertida historia, a veces dramática, a veces épica, sobre el espíritu de lucha de un hombre normal en un mundo muy competitivo: un “hombre Michelin” en medio de deportistas de élite. En cierta manera, recuerda a la película Elegidos para el triunfo (Cool runnings) de Walt Disney Pictures –que se inspiraba en el equipo jamaicano de bobsley que participó en los juegos de Calgary’– pues también tiene un claro mensaje en pro del esfuerzo, donde la recompensa no es el triunfo sino la lucha y la constancia.

Gracias a un buen arranque, cómico y con ritmo, el espectador queda pegado al asiento con ganas de no perderse ni un detalle hasta el final, aunque no aparente ser una superproducción. Es espectacular en las secuencias en el trampolín, incluso el público puede sentir algo de vértigo. Por otra parte, destacan las interpretaciones Hugh Jackman, que mejora a raudales cuando no interpreta papeles de tipo X-Men, y de Keith Allen y Jo Hartley como padres de Eddie.

Eddie el águila se basa en la vida del mítico Michael Edwars, apodado Eddie The Eagle (Eddie el águila) por el movimiento que hizo cuando celebró en Calgary que había batido el récord para su país en la modalidad de salto de trampolín (solo había habido otro saltador inglés no muy bueno cincuenta años atrás). Eddie con su aspecto poco agraciado, sin cuerpo de atleta y gafas de culo de botella, solía quedar de los últimos en las competiciones que se presentaba, pero por su tenacidad y constancia se convirtió en una celebridad en su país, donde se ganó el apodo de Mr. Magoo.

Es una lástima que por una pequeña secuencia, un pelín tosca, este film enturbie que sea para todos los públicos.

Firma: Josemaría Rossy