Bella y perdida

Leyendo la sinopsis de esta película el potencial espectador ya puede sospechar lo peculiar de la obra.

Haciendo gala de una indudable imaginación, Pietro Marcello compone un relato incalificable que se mueve entre la fantasía surrealista y el documental etnográfico. El maridaje era arriesgado y el experimento, a juicio al menos de la que suscribe, acaba por explotar (sin grandes daños, a Dios gracias).

Entre la hojarasca de la sucesión de imágenes inconexas, se intuye una fábula con moraleja acerca de las bondades de la vida campestre pero sin llegar a la profundidad o belleza del Beatus ille clásico. Se advierte también un mensaje ecologista superficial e inconcreto; y puntualmente aletea la importancia de preservar el pasado y las tradiciones populares. Demasiados ingredientes para dejarlos sueltos como el idílico ganado en el campo.

Marcello y su equipo no andan desnortados del todo y hay aciertos elogiables. El uso de la cámara subjetiva en el búfalo, la textura de película casera con Super 8 o la aparición de Pulcinella recogiendo la tradición mitológica y artística italiana se disfrutan en lo que valen, pero se pierden en lo que supongo que será el universo concreto y personal de Marcello.

Interesante, al menos, para volver al inagotable debate entre el cine como arte, como diálogo, como lenguaje o como plasmación de una interioridad no por críptica menos valiosa.

Firma: Esther Rodríguez