Antes era divertido

Antes era divertido es un film perturbador por la empatía que despierta su protagonista, interpretada de un modo muy convincente por Rachel Sennott. También el contexto social influye en el desasosiego del público por el carácter de normalidad que se da al drama, una cercanía que va subyugando al auditorio hasta quitarle el aliento.

Es curioso cómo el guion de la directora Ally Pankiw, quien debuta en la realización de largometrajes, consigue transmitir esa sensación en medio del clima de humor que se genera gracias a la recurrente aparición del bar donde actúan los monologuistas de la comedia. Recuerda al antiguo tópico de la amargura y tristeza que se ocultaban detrás de las máscaras de los payasos de los circos tradicionales.

La historia es dura y triste y se sobrelleva con dificultad, como lo hace la protagonista. El calor de la amistad, único alivio positivo que aparece, no llega a la audiencia y, de hecho, exaspera un poco el constante recurso a los supuestos comentarios irónico-divertidos de sus colegas de actuación.

El equipo de Ally Pankiw hace un gran trabajo plástico, visual y auditivo, para crear la atmósfera depresiva que requiere el personaje principal. Sin embargo, la narrativa queda torpe y repetitiva. Los continuos flashbacks sobre los que se despliega la trama ralentizan al no aportar nada y descentran al espectador. En la misma línea, no es difícil descubrir en los primeros compases de la película cuál es el suceso traumático que ha postrado a Sam, por lo que solo queda esperar a una confirmación que tarda demasiado en llegar.

Firma: Esther Rodríguez