Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho… ahora?

La secuela de Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? ha triunfado en la taquilla francesa con el resultado de 2,1 millones de espectadores en su primera semana. Esta cifra supera a la de su predecesora, que sumó 1,68 millones. Tras este éxito, el film llega a nuestro país para entretener a la audiencia con las nuevas peripecias de la familia de Claude y Marie.

Philippe de Chauveron y Guy Laurent vuelven a unirse para sacar partido a los clichés y el humor que exprimieron en la primera parte. Esta vez, con el añadido de la temática LGTB, que se une a esta gran amalgama de culturas.

El elenco conoce bien sus papeles caricaturizados y se defiende en la interpretación, provocando momentos muy divertidos. Los guionistas han aprovechado las diferentes etnias, ritos religiosos y costumbres familiares para crear chistes sencillos (o algunos más trabajados) y explotar la comedia, que funcionó tan bien anteriormente. Por ello, no se busca la coherencia, la profundidad o el realismo.

De esta manera, la película bromea acerca de asuntos serios, como las creencias, pero sin mala intención, ya que las ocurrencias versan sobre cualquier materia (no solo algunas en concreto), sin provocar resentimiento. Sin embargo, la resolución de algunas situaciones puede cuestionarse moralmente, aunque todas ellas van encaminadas a resaltar la importancia de la familia, la convivencia y la celebración de diversidad.

Básicamente, Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho… ahora? es una propuesta destinada a arrancar alguna carcajada del espectador y hacerle disfrutar un rato. No pretende ahondar en la realidad que expone, y cumple con creces su objetivo de amenizar.

Firma: Patricia Amat