Dispararon al pianista

Viajamos de nuevo al universo animado de Trueba y Mariscal, esta vez para explorar y homenajear la música de los sesenta y setenta en Brasil, durante el origen de la Bossa Nova.

La aterciopelada voz de Jeff Goldblum da vida al periodista neoyorquino que sucumbe al hechizo de la samba e intenta resolver el misterio del pianista brasileño desaparecido en Buenos Aires: Tenório Junior.

Al estilo de Chico y Rita, la animación resigue a los personajes con líneas finas y curvadas, dibuja muy detalladamente los fondos de las ciudades y de los interiores, mientras la iluminación viste de luces las calles de la Nueva York contemporánea. Al mismo tiempo, al ritmo de jazz y de samba, se recrea la Argentina de la época y el Brasil al que viaja el protagonista con paletas de colores contrastadas. Así, se usa un repertorio de tonos vivos, que llenan de brillo las escenas musicales, y otra gama más plana para aquellos aspectos como las figuras.

Las imágenes son atractivas y sofisticadas, acompañadas con un gran trabajo de los intérpretes que ofrecen su voz y las locuciones reales en las escenas de entrevistas grabadas o recreadas con actores. A pesar de ello, en ambas, la rotoscopia –el dibujo sobre la imagen real– es demasiado evidente y ese realismo rompe un poco la coherencia visual.

El final empieza a ser muy previsible una vez se comienza a alargar tanto la segunda parte de la película. El trabajo de documentación es loable, pero las escenas de los músicos del panorama musical brasileño son demasiado exhaustivas. Pero, con todo,  Dispararon al pianista es un verdadero espectáculo lleno de personalidad, tanto visualmente como musicalmente.

Firma: Bego Arribas