El ángel de los pobres

El ángel de los pobres quiere recoger muchos acontecimientos en una sola película: el discernimiento vocacional de su protagonista, la Segunda Guerra Mundial, las consecuencias de la postguerra y todos los hitos que fue cumpliendo el movimiento de Emaús, desde su fundación hasta prácticamente el día de hoy. Esta ambición provoca un exceso de metraje que podría resultar pesado para el espectador, pero si se deja eso de lado, el público puede sumergirse en una historia sorprendentemente actual.

Benjamin Lavernhe hace un gran trabajo cambiando de registro entre un monje con dudas, un soldado enclenque y luego un defensor incansable de su movimiento, además de una figura muy mediática. El actor consigue atrapar y despertar cierta curiosidad por su biografía, mientras que transmite un mensaje muy necesario –y que casualmente estamos viviendo ahora–: la sociedad debe unirse para luchar contra la miseria y evitar que haya familias sin techo, independientemente de la inactividad política.

Es cierto que algunas conversaciones pueden parecer un tanto propagandistas, pero el film deja un retrato sobre un personaje con una tenacidad fascinante y capaz de arrojar esperanza, especialmente en momentos complicados.

Firma: Patricia Amat