Jóvenes y brujas

A priori, una película que cuenta con muchos personajes, magia, terror y un instituto tiene los mimbres necesarios para armar una secuela.

Jóvenes y brujas empieza con buen pie, con una primera parte entretenida, pero la promesa inicial de terror se queda en solo eso. A pesar de ser el vehículo perfecto para contar esta historia, los escasos elementos del género, aunque sembrados, nunca se recogen.

El manejo de algunos conceptos de calado con llamativa seguridad en el mundo adolescente, y explicitar otros más manidos con un ingenuo afán de visibilización convierten el film en una cinta-mensaje, que los ofrece al espectador ya masticados a la ligera.

Esto contrasta con el uso inocente, y poco explotado narrativamente, de los poderes de las cuatro brujas. La trama se resuelve con prisa y con trucos fáciles, dejando varios huecos por el camino. Tampoco llegamos a conocer a los personajes, más allá de la protagonista principal. Además, desgraciadamente, al final todos ellos contradicen sus propios argumentos.

Firma: Begoña Arribas