Kinds of kindness

Yorgos Lanthimos recupera su rareza esencial junto al co-guionista Efthymis Filippou, con quien escribió sus primeras obras. Kinds of kindness parte de esa extrañeza y transita un marcado esteticismo hollywoodiense, de fotografía cuidada, para ofrecernos una especie de delirio colectivo, irregular en sus formas y sus relatos.

Esta fábula se construye a modo de tríptico en torno a historias cuyo único nexo en común es un personaje intrascendente que aparece en el título de todas ellas –RMF– y un reparto que repite en cada crónica con roles totalmente distintos. Ese carácter fragmentado ayuda a que, pese a la extensa duración, la cinta no se haga larga ni pesada. Aun así, no todas las partes se sustentan con la misma destreza narrativa.

La absurdidad y el surrealismo que envuelven la película de Lanthimos logran sostenerse por la entrega y el talento de un elenco estelar. Entre este destacan unas camaleónicas actuaciones de Emma Stone, Willem Dafoe, Hong Chau y Margaret Qualley, así como un Jesse Plemons que en su triple papel se alzó con el premio a la Mejor Interpretación masculina en el pasado Festival de Cannes. Sin duda, un despliegue interpretativo apabullante por parte de un actor que ha venido asomando en grandes trabajos recientes como El poder del perro, Los asesinos de la luna o realizando ese breve, pero aterrador, cameo en Civil War.

Kinds of kindness es un film violento a nivel visual en muchos casos, que por momentos roza el exceso, incluso lo frívolo, y busca definitivamente inquietar al espectador. Lo singular se transforma en una incomodidad trabajada a través de unos personajes que llegan a lo artificioso, unas formas que plantean distanciamientos espaciales y algunas escenas perturbadoras mantenidas en el tiempo. Si bien es cierto que dicho malestar vale la pena atenderlo desde una mirada reflexiva en torno a la condición humana y a la absurdidad de ciertos comportamientos como el maltrato, la obediencia ciega, el aprovechamiento de los más poderosos, la perduración de sectas, etc. Algunos apostarán por distanciarse de esta perspectiva y, por lo tanto, tan solo encontrarán un enfoque absolutamente pesimista. Quizás esa sea la rareza de esta obra de humor negro: plantear si es fruto de los sueños de un artista o las alucinaciones de un demente.

Firma: Yoel González