La primera cita

El cineasta andaluz Jesús Ponce vuelve a reunir un reparto con el que ya había trabajado para presentar su nueva cinta: un drama en torno a una enfermedad.

El matrimonio protagonista encarna estereotipos muy marcados: él es un militar machista más preocupado por su trabajo que por su mujer. Ella, en cambio, es una persona atenta y resignada ama de casa. Sin embargo, estos personajes son solo el punto de partida de un acontecimiento que descubrirá que no todo es lo que parece y que los errores siempre se pueden enmendar.

La película trata de dar un enfoque positivo a una situación tan dura como es el alzhéimer. No obstante, no intenta ocultar la tragedia que supone para quien lo padece y para los de su alrededor. Se puede captar el sufrimiento del enfermo y la paciencia que requiere cuidarlo, ya que frecuentemente está confundido, se le olvidan las cosas y resulta repetitivo. Este último punto quizá se muestra de manera un poco exagerada en el guion, ya que Isabel, quien padece alzhéimer, llega a repetir varias frases tres veces en un mismo breve diálogo.

Entre bonitos paisajes, el ritmo de la acción es lento, lo que permite que la actitud recaiga en Sebastián, un personaje que sorprende con su trabajada evolución. De su mano, el espectador siente la crudeza de esta dolencia, pero consigue, como él, descubrir en el alzhéimer una oportunidad para amar y hacer felices a los demás. A raíz del brote, el militar empieza a tener más atenciones con su mujer y, de esa manera, a conocerla mejor y a entender el pasado. Esta retrospección a su matrimonio le hace darse cuenta de sucesos desagradables y permiten tratar temas como la actitud ante las dificultades, la fidelidad, el perdón y redimir los errores asumiendo la culpa.

La primera cita es un enternecedor recorrido interior, que cuenta con alguna sorpresa en el argumento y con una bonita resolución final que deja al público conmovido y con un mensaje optimista.

Firma: Patricia Amat