La sombra de la ley

“Los años del pistolerismo”, la década de los veinte, fueron para Barcelona un momento de inestabilidad entre sindicatos y patronal. Y en medio de este desequilibrio, y con la política española como telón de fondo, Patxi Amezcua (Séptimo, Bruc) diseña un entramado policíaco de ritmo y pulso.

La dirige Dani de la Torre que, después de su ópera prima El desconocido, quiere entretener al espectador de distintas maneras. Por un lado, muestra gran maestría con tres planos secuencia y una difícil composición del tiroteo final. Por otro, busca “animar” sin escatimar en escenas violentas o de cabaret. Y todo ello en una cuidada ambientación de la época.

Además, de la Torre decide apoyarse en el continuo movimiento de guión y personajes, para que uno no se quede insatisfecho con el conjunto. No obstante el esfuerzo, la sensación final es de haber visto un largometraje bastante largo y de cartón piedra.

Sin embargo, no es hasta la mitad del film cuando todo empieza a ganar ritmo e interés, especialmente los personajes. Estos, en su conjunto, adquieren la suficiente gravedad para arrastrar al espectador a través de la historia. Claramente, el elenco es lo que más brilla, pese a que Amezcua haya tomado la decisión de no profundizar mucho en sus vidas para desarrollar los entresijos de La sombra de la ley.

Ya son 100 años los que nos separan de este episodio de violencia social que llevó como un polvorín a la Guerra Civil. Nunca va mal una reflexión sobre el tema, aunque esta mezcla de thriller, película de gánsteres, drama social y romántico decide separarse del plano más político para centrarse en los detalles de la narración. Y no se olvida de dejar un sabor pesimista sobre la condición humana.

Firma: Carla Sciamma