La verdadera historia de la banda de Kelly

La novela homónima de Peter Carey es la obra en la que se basa esta nueva vuelta de tuerca a la historia de Ned Kelly, otras veces llevada tanto a la pantalla como al papel.

Alabado por la crítica por su manejo del lenguaje, el libro de Carey mezcla con cierta polémica los hechos históricos con fabulaciones de su aportación. A su vez, también parte de un documento previo, el dictado por Kelly a un miembro de su banda por el que confesaba y justificaba su trayectoria delictiva.

Con estos precedentes, Justin Kurzel y Shaun Grant se han vuelto a reunir para dar forma a una nueva propuesta cinematográfica, después de haber trabajado juntos en otro argumento de infancia y bandas, The snowtown murders (2011).

Viendo lo que Kurzel hizo con Macbeth en 2015, se entiende que la vida del forajido haya atizado su gusto por recrear ese tipo de violencia cuyo detalle y vestimenta acaba emborronando el relato y empañando o anulando el subtexto.

Así sucede en La verdadera historia de la banda de Kelly: entornos malsanos, vejaciones crueles, subrayado material y carnal de la agresión, giros poco articulados en los personajes que se engullen la verosimilitud narrativa… En este sentido, es verdad que también sobrevuela un intento de forjar una trama de leyenda sobre unos oprimidos convertidos en activistas a través de tintes desmitificadores.

Sin embargo, esos personajes que entran y salen caprichosamente de la acción, esa voz en off que pretende justificar tantos movimientos del guion y otorgar, imperativamente, un tono de leyenda que huele a convención, dejan un gusto poco convincente que también marca la dirección y el montaje; ambos permiten que el mejunje de estilos se apodere del primer plano para hacernos olvidar la falta de fluidez narrativa.

Firma: Lourdes Domingo