El remake de Big bad wolves a la española. La adaptación de Gustavo Hernández tenía muchas papeletas para ser un retrato crudo y difícil de digerir sobre la pedofilia. Parte de una premisa buena, sentando las bases de lo que puede ser un tema que invite al espectador a reflexionar. No obstante, esta idea se diluye rápido, pues el film vira hacia una sesión de tortura larga, a la vez que explícita. No se acerca a la carnicería de películas slasher o gore, pero tampoco se anda con miramientos a la hora de mostrar un corte o similar. Para llegar a este punto, el guion se resguarda en Matilde (Adriana Ugarte), una de las protagonistas, y en dotarle de un pasado complicado para avalar su “locura”. Es una madre que ha salido recientemente de la cárcel, cuyo objetivo en la vida es tomar la justicia por la mano y efectuar su venganza contra el pedófilo asesino de su hija. Es un personaje totalmente irracional, sus diálogos están plagados de insultos y ejerce una constante violencia psicológica al interpelado.
Como contraparte está Alonso (Javier Gutiérrez), un policía que responde al estereotipo de malote y canalla. Se le retira la placa cuando otro compañero descubre los métodos de indagación que usa: bastante cuestionables y al margen de la ley. Tiene un sentido de la justicia particular, pues es padre y empatiza con las víctimas. Poco tardará en ser un segundón en la historia.
Más adelante, el largometraje es una intermitente conversación entre ambos protagonistas en el sótano de una casa, mientras Matilde martiriza al supuesto pedófilo y Alonso mira estupefacto. En paralelo a estos sucesos, surge la trama de la investigación policial que buscará desentrañar el paradero de Alonso y el criminal, pero que tampoco tiene tanto peso para el desarrollo de la cinta.
Cuando la obra de Hernández entra en esta dinámica, el público pierde el interés sobre lo que está viendo y tiene que orientar toda su concentración en observar un tormento bastante explícito disfrazado de interrogatorio. A pesar de todo, las actuaciones tanto de Gutiérrez como de Ugarte resultan creíbles, aunque un poco forzosas, pero el resto de los personajes dejan bastante que desear y pueden llegar a sacar a la audiencia de la acción.
Lobo feroz tenía potencial para ser un título que explorase la pérdida de un hijo y el posterior duelo. Sin embargo, decide refugiarse en la violencia en aras de ofrecer un resultado vistoso, sin dar pie a que el espectador reflexione sobre los pilares del argumento. A pesar de no ser extensa, dura 1 h y 45 minutos, la condensación de escenas largas en el sótano lúgubre puede resultar monótona en lugar de provocar la tensión que debería sugerir.
Firma: Gerard Casado
Director: Gustavo Hernández
Guionistas: Conchi del Río, Juma Fodde
Intérpretes: Adriana Ugarte, Antonio Dechent, Fernando Tejero, Javier Gutiérrez, Juana Acosta, Manuel Vega, Rubén Ochandiano
Género: Thriller
País: España
Fecha estreno: 27/01/2023
Lenguaje: Coloquial
Remake del film israelí Big bad wolves. Alonso va tras la pista de un pedófilo acusado de asesinar a diversas niñas. El policía tiene unos métodos peculiares para interrogar a los sospechosos, lo que le lleva a la destitución. Por otro lado, está Matilde, una madre que ha perdido a su hija en las garras del asesino y que llevará a cabo todo lo que esté en su mano para hacer justicia y saciar su venganza. Ambos van detrás de la misma persona, que se niega a confesar.
Título original: Lobo feroz
País: España
Duración: 105'
Fecha producción: 2022
Distribuidora: Filmax
Color: Color