Longlegs

Oz Perkins, hijo de Anthony Perkins (quien interpretó al tremendo Norman Bates en Psicosis, de Alfred Hitchcock), vuelve a sumergirse en su género predilecto: el terror. Si bien la premisa a simple vista remite a una fórmula abordada en múltiples ocasiones –una inexperta y prometedora agente, una retahíla de asesinatos irresolutos que se extienden a lo largo de los años y un perturbado homicida en serie–, Perkins la desarrolla magistralmente e hipnotiza al espectador.

La realización se maneja entre lo estático, los seguimientos asfixiantes y unos lentos zooms in que avanzan una amenaza. Así, desde la primera escena en un paisaje bañado por la pureza de la nieve, el director construye un horror sutil que se te va metiendo dentro y no recurre a los sustos fáciles, ni a la explicitud constante.

Tanto la cuidada ambientación como la fotografía se mueven entre el realismo estremecedor y ese halo sobrenatural que sobrevuela el caso, evitando utilizar el sonido como único estímulo del miedo. Gracias a ello, Longlegs recuerda, en sus mejores momentos de thriller, al manejo del tono que David Fincher consigue en obras como Zodiac o la estupenda Mindunter.

En definitiva, el film supone una inmersión de pesadilla que hará las delicias de los amantes del terror y despertará el interés de quienes sean más reticentes al género. Maika Monroe lidera el espeluznante –y, puntualmente, visceral– conjunto, aunque Nicolas Cage roba el protagonismo con un deslumbrante papel que eriza la piel, irreconocible en su caracterización y estremecedor en su locura.

Firma: Yoel González