Los Increíbles 2

Lo mejor y lo peor que se puede decir de Los Increíbles 2 es que es exactamente igual que Los Increíbles 1. Y me explico: esta nueva entrega, que se ha hecho esperar ¡catorce años!, mantiene los mismos niveles de calidad que la primera. Sigue siendo fascinante la animación, el ritmo, la historia, los personajes, la banda sonora y, por supuesto, el contenido central, positivo y animante, sobre la familia, el compañerismo, la responsabilidad y el compromiso.

Poco cambia, por lo tanto, en esta aventura. De hecho, es increíble, sin ironía, que hayan pasado tantos años desde la primera, pues parece una continuación inmediata (gracias, básicamente a los continuos visionados en DVD o pases en televisión). Cierto es que se notan –si comparamos meticulosamente el trabajo de animación– las espectaculares mejoras que se han introducido en ese campo, pero, aún así, esto no supone un distanciamiento en detrimento de la primera ni aporta más espectacularidad a lo que ya disfrutamos cuando conocimos a la familia de Mr. Increíble.

La introducción de nuevos personajes se hace con mucho acierto, pues los hermanos Deavor tienen una definición entre original y cotidiana muy verosímil. Sin embargo, entre los veteranos nos encontramos a una Violeta innecesariamente ojerosa, a Edna Moda perdiendo importancia y a un Jack-Jack algo desproporcionado.

En definitiva, nada demasiado nuevo, gracias a Dios, en esta nueva entrega de Los Increíbles donde, además de las espectaculares aventuras y el humor incansable, veremos la otra cara de la conciliación familiar. Será muy difícil no sentirse identificado con los abnegados padres y, de esa manera, saldremos del cine valorando eso que hace que todos tengamos realmente algo de superhéroes.

Firma: Esther Rodríguez