Malos tiempos en El Royale

He aquí el segundo largometraje de Drew Goddard, 141 minutos de suspense durante los cuales cuesta apartar los ojos de la pantalla. El film nos retrotrae, sin duda, a las más dramáticas esencias del cine de Tarantino; un estilo que, en ocasiones, nos irrita y, en otras, nos apasiona si estamos dispuestos a entrar en el estilo de su malvada trama, pese a que nos mortifique en grado superlativo.

Goddard, en su misión de director y guionista, nos obliga a permanecer absortos en la duplicidad moral de sus personajes, dentro de una fantasía ambiental que nos sorprende minuto a minuto hasta llegar a un final de inusitado dramatismo, como si fuese la última y reveladora nota de un concierto de música clásica en el que todos los instrumentos participan a un mismo tiempo.

Prácticamente, casi todos los planos de la cinta transcurren en el supuesto hotel El Royale, y es en ellos donde la trama nos subyuga unas veces y nos desconcierta otras, aunque nos exija fijar los ojos en la pantalla, atentos a la fuerza visual de cada una de las escenas.

El conocido actor Jeff Bridges y la actriz Cynthia Erivo destacan por la potencia y alcance de sus personajes, a pesar de que en las secuencias finales el actor Chris Hemsworth acapare el atribulado interés del espectador.

Una advertencia: Malos tiempos en El Royale no es una película según el modelo habitual. Conviene digerirla con mesura y cuidado especial, no sea que se indigeste. No obstante, también es posible que el atractivo de su “tempo” nos obligue a vivirlo con toda la intensidad dramática puesta en solfa por sus realizadores.

Firma: Joaquín Guitart