Menudas piezas

Menudas piezas se inspira en hechos protagonizados por Enrique Sánchez «Donen» y unos alumnos del Marcos Frechín de Zaragoza. En esta adaptación, es Alexandra Jiménez quien se pone con donaire en la piel del maestro para liderar a un grupo de estudiantes de recuperación (cada uno de ellos ahí por particulares razones).

Si bien el relato parte de una premisa real, el enmarcarlo en clave de comedia permite al film tomarse ciertas licencias y exagerar determinadas situaciones. Aunque se sostiene sobre tópicos y estereotipos, lo hace sin llegar a hacerse pesada. Nacho G. Velilla escribe un guion sencillo y previsible, pero eficaz en su propósito. A pesar de, incluso, rizar el rizo, se apoya en las diversas situaciones que favorece la heterogeneidad de personajes para sacar provecho de ellas.

Todo este abanico de protagonistas y secundarios, interpretados por un convincente reparto, facilita tantear un amplio despliegue de temas —muchos de ellos de especial impacto en los adolescentes—. Aquí subyace el fuerte de esta comedia ligera: los mensajes acaban sobreponiéndose a los pronosticables giros y a la recurrente vulgaridad. Menudas piezas deja al espectador (sobre todo a los más jóvenes) con un trasfondo de superación y reconciliación, y remarca la importancia de la familia y los maestros en la educación. Candela (y a efectos directos, Enrique) protagonizan una historia que deja claro que «delante de un tablero de ajedrez, todos somos iguales» y así debería ser en cualquier aspecto de la vida.

Firma: Yoel González