Mientras dure la guerra

Alejandro Amenábar retorna a una voluntad de plasmar lo histórico e ideológico en el cine, tras el monumental batiburrillo que fue Ágora. Esta vez, su voz es más taimada, en parte porque el personaje, Unamuno, fue un hombre que navegó entre sus dudas y en medio de extremismos nada fáciles.

En este sentido, Mientras dure la guerra se aferra a un cierto academicismo en la exposición narrativa y en la realización. El deseo de ir retratando a unos y a otros personajes e ir matizando unas y otras situaciones políticas enrarece la estrategia emocional, que resulta más rígida e impuesta, mientras permite a los actores lucirse con sus trajes de luces. Huelga decir cómo, una vez más, Eduard Fernández se come las escenas.

Por otra parte, Alejandro Amenábar, que también compone la banda sonora, deja hueco para algunos subrayados en planos detalle, cenitales y juegos de reflejos. Álex Catalán (habitual director de fotografía de Alberto Rodríguez, entre otros) colabora por primera vez con Amenábar y se adapta a ese tono sereno, con los cálidos marcados por las piedras de Castilla, a pesar de los tiempos convulsos que retrata.

Con el rigor entrecomillado que solo puede provocar un film de corte histórico, y además en una guerra civil, la película transcurre sin grandes conexiones con el espectador. Quizá, este se siente más ante una lección de historia que desgranar y recolocar que ante un largometraje en el que implicarse y pasar un buen rato.

Firma: Lourdes Domingo