Nacimiento

Nacimiento es una película que tantea por varios frentes, pero cuya dimensión religiosa y espiritual recuerda a Silencio de Martin Scorsese. En una época convulsa a nivel socio-político para Corea donde las conversiones al cristianismo se persiguieron a ultranza, la historia atiende a Kim Dae-Geon –bautizado como san Andrés– y su larga educación hasta convertirse en el primer sacerdote y mártir coreano de la iglesia católica.

Durante el transcurso del film, el paso del tiempo y los saltos entre años deviene confuso. El disperso guion no acaba de afianzar los lugares y los personajes, y eso provoca una falta de conexión con la narración. En este sentido, tampoco ayudan unas actuaciones cuyas líneas de diálogo se dicen, casi leídas, con cierta impersonalidad y se mueven por un sentimentalismo fácil que, acompañado de subrayados musicales, resulta contraproducente y no genera emoción.

Si bien la historia parece de gran interés para acercarse a todo un contexto, que a cierta audiencia puede serle ajeno, el conjunto va derivando hacia un resultado tedioso. Lo que Scorsese consiguió compactar en una gran obra que ofrece las distintas capas de forma ordenada, aquí todo resulta disperso. Nacimiento no encuentra el equilibrio entre la pieza histórica y el puro drama, recubierto de una cierta épica. Por eso mismo, en ese carácter indeterminado, no consigue despuntar.

Firma: Yoel González