Nosotros

Con Déjame salir, su primer largometraje como director, Jordan Peele consiguió el Óscar al mejor guion adatado y, casi más sorprendente aún, que su film estuviese nominado a mejor película a pesar de ser un título de terror. La combinación de ese terror y denuncia social, junto con un tratamiento de la imagen y el lenguaje elegante y cuidado, le obtuvieron la simpatía del público y de la crítica.

En Nosotros repite el mismo planteamiento para lograr un resultado similar, con algo más de confusión y una violencia desatada que se mitiga levemente debido al peso predominante de la inquietante intriga.

Peele juega con el espectador bombardeándole desde el principio con un humor constante y simpático, haciendo que entre fácilmente en la dinámica de una sencilla y típica familia media norteamericana. También fácilmente llega la confusión, ya que el terror real tarda en aparecer y solo se ofrecen algunos golpes de efecto estándar, decepcionantes para el amante del género que haya acudido a la sala.

Cuando la acción explota, y la película despega, el público agradece la perfección técnica de la propuesta, la eficacia de la planificación y la convincente interpretación de todo el elenco (con una lógica mención a Lupita Nyong’o). Sin embargo, el ritmo no es constante y decae en demasiados momentos en los que tampoco se dan pistas sobre el misterio de la trama, por lo que la mezcla de aburrimiento y desconcierto resta intensidad y apego al proyecto.

A pesar de ello, el resultado es positivo. Si se aguanta el tirón, las sorpresas no dejan de llegar y hasta el último segundo se contiene la respiración. Por otro lado, es difícil sustraerse a lo sugestivo de muchas de sus imágenes. El film está repleto de metáforas visuales (algunas incomprensibles), como las sombras de la familia sobre la playa, los conejos dentro y fuera de las jaulas o la abundancia de espejos. Del mismo modo, cierta coreografía en las encarnizadas batallas (a ritmo de ballet o de gimnasia deportiva) no dejan de fascinar y espantar al mismo tiempo.

En cuanto a la denuncia social, debido a lo excesivamente críptico del guion, no termina de funcionar. El drama sempiterno sobre “los de arriba y los de abajo” o bien queda demasiado oculto o tan evidente que resulta maniqueo.

Está claro que Jordan Peele bebe de Shyamalan, de Hitchcock e incluso se atreve con algún plano típicamente fordiano. Aún le queda mucho para alcanzarles pero, con esos referentes y la maestría demostrada, puede seguir dándonos muchas aterradoras alegrías fílmicas.

Firma: Esther Rodríguez