Pequeñas mentiras para estar juntos

Dirigida por Guillaume Canet e interpretada por brillantes nombres del cine galo y con un argumento de no excesivas luces, tenemos ante nosotros una nueva versión de un tema que ya alcanzó el beneplácito en versiones anteriores: la amistad. Además, Canet convierte a este film en una continuación, nueve años después, de lo que narró en Pequeñas mentiras sin importancia.

No hay duda de que el hecho de insistir sobre circunstancias parecidas y con un elenco de excelentes intérpretes augura buenos resultados y la aceptación inmediata de un público ansioso de pasar una hora larga en la sala de cine, casi siempre con la sonrisa en los labios.

Poco más se puede esperar de una nueva vuelta de tuerca, pero también poco menos. Una vez más, el reflejo de la buena amistad entre seres humanos brilla en la pantalla de cine y, aunque solo sea por ello, estamos seguros de que es lícita y recomendable su aplicación; pese a ser, como en este caso, notablemente reiterativa.

En el fondo… y en la forma, siempre son… mentiras para estar juntos.

Firma: Joaquín Guitart