Renfield

Renfield ha sido una completa sorpresa, pues hay que admitir que el género camp está en auge. Le han dado una vuelta de tuerca a las producciones de ciencia ficción sobre los monstruos que todos conocemos y han conseguido un producto fresco, exagerado e irónico. Es como un buen coctel bloody Mary, una base de terror gore y una generosa pizca de humor negro que funciona.

Durante ciertas escenas de la cinta, el protagonista narra mediante voz en off peculiaridades o afirmaciones esenciales para la comprensión la historia. Estas aclaraciones resultan eficaces mientras se muestran escenas originalmente ejecutadas en cámara lenta, giros, cortes y efectos visuales que, a pesar de su artificialidad, son sencillamente efectivos. Añadir que las secuencias de terror son bastante sangrientas, con desmembramientos, explosiones y vísceras. No provoca sustos, pero sí puede generar cierta aprensión.

La relación tóxica y dependiente entre Renfield y el conde Drácula es especialmente monstruosa. Dejando de lado su envoltura de ciencia ficción y fantasía, es un ejemplo de vínculo dañino que puede ayudar a identificar ciertos comportamientos trasladados a nuestra realidad. Lo mejor es que, más allá de ser un film comercial, exponen un mensaje que no pasa desapercibido mediante un guion bien tratado en muchos aspectos.

Hoult y Cage están en su salsa: sus personajes son, por encima de su aspecto mortecino, un dúo enérgico y vivaz. A su vez, Awkwafina es el toque de pimienta dentro del cóctel, perspicaz, impulsiva y heroica. Sin embargo, la película se hace algo corta y, aunque ya nos ponen previamente en contexto, deja con ganas de saber más sobre la familia de Renfield y cómo llegó a rendirse bajo los afilados dientes del conde Drácula.

Firma: Laia Varo