Rodin

Jacques Doillon ejecuta un trabajo de imaginería elegante, mesurado y clásico en el que el taller es un personaje en sí mismo y sus habitantes, lejos de representar lo que fueron, se muestran descafeinados, aburridos y grises.

Lo que podría ser una síntesis de la génesis creadora de Rodin se convierte en manos de Doillon en una escueta mirada sobre el trabajo que el artista compartió con Camille Claudel. Alejado de la romántica idea del genio y sus alquimias, toma una secuencia temporal y la filma, ofreciendo una rutinaria vista de la cantera que ofreció al mundo las más inspiradas formas de su tiempo. No se entretiene en disertaciones intelectuales, retrata sin más el trabajo arduo y físico sobre la arcilla y con el yeso, sobre las modelos a las que tortura con posados imposibles.

Un trabajo casi documental sobre el oficio que desdibuja a los personajes y se pierde en el árbol de relaciones que el maestro tuvo con sus aprendices. Centrándose de forma intermitente en el claustrofóbico affair que mantuvo con la joven Claudel pero sin profundizar en la mediocridad de sus elecciones y en su errático pulular entre las mujeres que amó y odió a partes iguales. Un gran ejercicio plástico sin argumentos fílmicos capaz de agotar al espectador más paciente.

Firma: Anna Puigarnau