Serenity

Serenity cuenta con todos los elementos necesarios para ser un gran éxito: Steven Knight a cargo de la dirección y el guion, un reparto con mucho talento –Matthew McConaughey y Anne Hathaway, ambos ganadores de un Oscar– y un amplio presupuesto que proporciona buenos efectos especiales. Por ello sorprende que el proyecto sea merecedor de caer en el olvido; algo que, no obstante, podrá evitar gracias a los conocidos nombres que lo rodean.

De todas maneras, el inicio de la película no hace presagiar el bochornoso cambio de dirección que sufre más adelante. El rol protagónico de McConaughey se presenta como un pescador obsesionado con una especie en concreto, y que vive en una isla donde todos se conocen. Es admirable la fotografía de la ambientación, así como la caracterización inicial de los habitantes de Plymouth.

Sin embargo, a poco de zarpar, el barco de esta propuesta empieza a hacer aguas y acaba sin llegar a puerto debido a un confuso e inverosímil guion. El film va cambiando de género a medida que avanza, empezando por el thriller, siguiendo por el erotismo y terminando en un relato de ciencia ficción de programación. Además, el personaje de femme fatal un tanto misteriosa de Anne Hathaway no termina de encajar del todo en la narración.

La cinta cambia de argumentos a una velocidad que desconcierta a la audiencia y las sorpresas en los giros, más que intrigar, provocan una mezcla en la historia que la convierten en algo extravagante. Así, es complicado salvarse del naufragio y el final acaba de hundir lo que se había levantado hasta entonces.

Serenity cuenta con buenas interpretaciones, una premisa interesante y una fotografía destacable. Pero su guion le impide alcanzar el potencial con el que contaba transformándola en un sencillo entretenimiento.

Firma: Patricia Amat