Sobre lo infinito

Roy Andersson, tras su obra Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia, continúa reflexionando sobre la existencia humana con una sucesión de clips variados.

El film consiste en una serie de escenas, perfectamente compuestas, de lo más diverso: unas cotidianas, otras históricas, unas acogedoras, otras desoladoras… Todas colocadas al mismo nivel, con largos fundidos en negro entre ellas que permiten cambiar de estilo sin contrastar bruscamente. Asimismo, el uso de la profundidad de campo es original, como se puede observar, por ejemplo, en una escena, donde una habitación estática (la sacristía de una iglesia) llena la pantalla y la acción sucede en el hueco que deja la puerta abierta.

La ambientación destaca por sus colores pastel y claros, sin sombras, de manera que da la sensación de ser un cuadro viviente. Los tonos apagados reflejan tristeza y soledad, algo que la generación más joven se encarga de levantar con su alegría.

El director combina cine silencioso y humor absurdo en una cinta donde el infinito dura 78 minutos y los sketches relatan anécdotas que, al empezar, ya están llegando a su fin. Todo ello conducido por una voz en off que explica las coyunturas triviales que ha presenciado –mediante la frase recurrente “vi a un hombre…”– a la vez que el espectador las está contemplando.

Sobre lo infinito es una consideración acerca de qué significa ser persona y por ello, muchas de las secuencias son de un solo gesto (subir unas escaleras, atar los cordones de un zapato, mirar a través de una ventana) que permiten observar, como a cámara lenta, todos los detalles que envuelven al ser humano en su rutina.

Esta película, espontánea, minimalista e ingeniosa, toca diversos temas, tanto profundos como intrascendentes, aunque con una importancia que roza lo disparatado, pues una crisis de fe no es tan relevante como coger el autobús a tiempo. Y, pese a su corta duración, puede llegar a hacerse larga para el público que no está acostumbrado a este clima narrativo.

Firma: Patricia Amat