Una estrella fugaz

Hay historias que acaban bien, otras con un final inesperado, otras que se olvidan y otras que merecen ser contadas. Este último es el caso de Pep, Emma, Blai, Ariel y otros niños hospitalizados (en la UCI de neonatos) sobre los que se explica su historia en Una estrella fugaz.

El documental revisita relatos de hace años con entrevistas a padres y personal sanitario, un poco de material de archivo y una parte animada para rellenar aquellos momentos de los que no quedaron imágenes. Pese a que la animación son trazos sencillos y sin color, permite que el espectador se imagine perfectamente esas escenas en carne y hueso, lo que aporta unidad al montaje.

Aunque narra una realidad dura, lo que se expone es una situación que existe y no por el sufrimiento que aflige debe ser enterrada. Es más, todos los testimonios coinciden en que han sido vivencias que han merecido la pena. E incluso a pesar de lo doloroso que resulta el visionado, el público percibe el amor que se respira entre los personajes que aparecen.

Ese mismo cariño queda reflejado también en los diferentes planos –algunos paradójicamente luminosos– y la banda sonora que envuelve la cinta. Todo ello puede llevar inevitablemente a verter lágrimas, pero, a pesar de eso, uno se queda con una sorprendente sensación de gratitud hacia todas esas familias que han compartido sus conmovedoras biografías.

Firma: Patricia Amat