Una receta familiar

Es difícil no enternecerse con esta delicada pieza de arte, de tradición y valores. En ella, el cineasta Eric Khoo vuelve a mezclar la vida del creador con su creación. Ha hecho algo parecido a lo que realizó con la película Tatsumi (2011), en la que hablaba sobre el dibujante de manga Yoshihiro Tatsumi y sus obras. Ahora envuelve la trayectoria del cocinero de ramen Masato con su cocina.

Este manjar de gusto es un retrato de las heridas familiares que perduran por un cruel pasado histórico. Y no hace falta irse ni a Singapur ni a Japón para entender este relato universal.

La reconciliación y la sanación de estas cicatrices es, al igual que el plato bak kut teh, algo que necesita su tiempo y el director sabe enlazar ambas tradiciones. Por un lado, la culinaria (que requiere once horas de preparación), y por otro, la humana (que muchas veces pasa por generaciones). Eric Khoo cuece las dos junto con una perfecta mezcla de pasado y presente para que el resultado sea exquisito.

La película consigue otra cosa muy reconocible por todos: que uno recuerde esos sabores que le han transportado a ciertos momentos y personas. El film reaviva el anhelo por viajar al pasado, por recordar y re-saborear su propia historia. Y con esta habilidad, Una receta familiar tiene la delicadeza de introducir el perdón en su mensaje.

Sin embargo hay dos “peros”. El primero es que no podemos obviar el hecho de que estamos ante un melodrama muy japonés, cuyas personalidades son características de la región. Y el otro, es que no se puede ver la cinta con hambre ya que sus planos detalle de platos asiáticos despiertan algo más que recuerdos.

Firma: Carla Sciamma