Vermin: la plaga

Sébastien Vanicek nos presenta una película impactante que utiliza las arañas como elemento central de terror, sustituyendo los convencionales elementos paranormales por una fobia común que hará pasar un mal rato a más de uno. La cinta logra construir una atmósfera de tensión, acompañada de un sentimiento de repulsión generado por unos arácnidos increíblemente realistas.

Vermin: la plaga arranca con la reproducción desmesurada de los artrópodos, que parten de un tamaño normal al que encontraríamos en cualquier hogar y, a medida que aumentan sus víctimas, también lo hacen desproporcionadamente sus dimensiones. Así, poco a poco los obstáculos a los que se enfrentan los protagonistas se vuelven más complicados.

Siendo París y Marsella las dos ciudades con más delincuencia de Francia,Vanicek realiza una crítica social en la que expone la precariedad presente en los alrededores de los suburbios de la gran urbe. En adición, se atiende a los negocios fraudulentos que se ven forzados a realizar ciertas personas para ganarse la vida o el abandono que sufren por parte de otras clases sociles y de las autoridades. En este punto, el aspecto más débil del fim radica en las incoherencias policiales o el hecho de forzar ciertas actitudes que restan credibilidad a la trama.

Asimismo, el entorno nos ofrece el contexto necesario para sumergirnos desde el principio en la trama argumental y poder comprender la situación de los personajes principales. Entre ellos, se introduce a Caleb, un joven con sus propios dilemas personales y arraigado en el pasado. La araña que adquiere inicialmente sirve como catalizador para la infestación, pero también supone una metáfora a los problemas irresueltos del pasado a los que se debe enfrentar y le permiten evolucionar a lo largo del film.

Firma: Laura Corpas