Después de nosotros

Joaquim Lafosse retoma, como central, la cuestión de la familia después de la sugerente incursión que hizo en el mundo de la adopción de tintes colonialistas en Los caballeros blancos.

Esta vez, aborda de pleno el drama y la tristeza de una separación entre cuatro paredes. Esto último es casi literal, pues Lafosse introduce la casa y el dinero que la misma supone como lo que complica el conflicto y refuerza la hostilidad entre Marie y Boris.

En este sentido, el uso del espacio como algo que alimenta la dialéctica enriquece un film que podría haberse convertido en un esquema teatral. No sucede así. El director belga consigue, gracias también al uso de la Stab-One, dinamismo e intensidad incluso en planos secuencia de más de cinco minutos.

Al hilo de esta puesta en escena, y en un rodaje que ha sido difícil para los actores por el modo de ensayo de Joachim Lafosse, se alimenta la metáfora arquitectura-matrimonio como algo que se construye, se hace sólido, que requiere reformas y trabajo pero que también puede abandonarse o resquebrajarse si no hay unidad ni cooperación.

Después de nosotros es una película que revela el dolor, la amargura, la soledad y la aflicción que hay en cada discusión, en cada reproche y en cada debilidad de un matrimonio en vías de separación. Su guion y su realización pulsa con detalle y sutilidad esos momentos y logra capturar la intimidad de los personajes interpretados por Bérénice Bejo y Cédric Kahn, incluso en los mayoritarios planos generales, donde el encuadre se da en habitaciones que antes protegían y ahora muestran una relación que se descompone, a pesar de que todavía hay algo fuerte en común.

Lafosse deja muchas ventanas abiertas para que su film sirva de contemplación nada gozosa, pero sí muy reflexiva como experiencia y retrato vivo.

Firma: Lourdes Domingo