La excepción a la regla

Howard Hughes es, y será, un papel muy atractivo para cualquier comedia, drama, recreación histórica o simple biopic debido a su excéntrica personalidad, su genio creativo y sus incursiones en el mundo del cine y la aviación, entre otros aspectos.

No extraña, por tanto, que Warren Beatty haya optado por interpretarle en su vuelta al cine. Beatty escribe y dirige este título en el que, como buena estrella consagrada, ha querido estar y no estar; aparecer poco, pero casi todo; ser un personaje transversal para acabar ocupando el lugar central del film. Me explico.

A lo largo de La excepción a la regla, el espectador no consigue ubicarse en cuál es el tema del que quiere hablar la película. Parece ser una historia de amor al más puro estilo hollywoodiense, con el trasfondo de la peculiar personalidad de Hughes como elemento, distorsionador e impulsor. Sin embargo, en cuanto entra en escena el magnate, la pareja (pseudo) protagonista va pasando a formar parte del grupo de secundarios que revolotea sin sentido al arbitrio del caprichoso comportamiento del protagonista de facto.

Este cambio de dirección provoca que pierdan consistencia y sentido los elementos que se introducen en un principio para describir a los principales personajes. Se quedan por el camino las iglesias cristianas de Frank y Marla, su preparación e intereses fuera del mundo del cine o su lucha por compaginar las normas con el amor. También se desperdician los personajes al completo de Annette Bening, Mathew Broderick, Martin Sheen, Alec Baldwin, Ed Harris entre otros aguerridos actores que pasan sin pena ni gloria por esta producción

La falta de coherencia y objetivo trastoca también el desarrollo del guion, plagado de escenas que se alargan innecesariamente, como si se las dejase discurrir solas y no supiesen por dónde salir. Nunca llegan a provocar la risa supuestamente esperada ni tampoco alcanzan clima aguno de drama o emoción.

Y a pesar del cuidado puesto en la dirección artística, todo, desde el maquillaje al atrezzo, resulta muy postizo y artificial, repleto de tópicos que restan verosimilitud a esta historia, ya de por sí muy diluida.

Firma: Esther Rodríguez