Perfectos desconocidos

Este remake de un film italiano se queda en un catálogo de reproches y miserias entre parejas y amigos, con conatos de humor y algún pasaje más remarcable.

Jorge Guerricaechevarría y Álex de la Iglesia se lanzan al remake de la exitosa comedia italiana Perfetti sconosciuti de Paolo Genovese.

La explosiva cena se prepara con una presentación de personajes que deja bastante que desear en sutileza y que, a la vez, deja claro qué tipo de conflictos va a detonar en cada plato.

No es que la idea o premisa no sea jugosa: las comunicaciones interpersonales y los límites de la intimidad han sufrido un cambio revulsivo con la llega del teléfono inteligente. No obstante, la película no logra ir más allá de poner al descubierto los trapos sucios que las crisis de fidelidad, algunas abiertas en canal, provocan. En ellas, el móvil no es más que un altavoz o una pista más; no la culpable.

Es en esta cuestión, la superficialidad, donde Perfectos desconocidos se ahoga en su ensimismamiento. Emocionados con los clichés que manejan y disparan en formato de chiste y supuesta chispa (a veces efectivos y salvados por algunos de los actores más solventes del reparto), el guion se deja llevar y olvida que cuando lanzas cuestiones de tanto calibre sobre la mesa no vale con quedarse en una antesala cómoda. Hay que mojarse. Y eso es lo que no hace este guion, cuya puesta en escena tampoco aprovecha los recursos visuales.

Firma: Lourdes Domingo