Un hombre sin pasado 

Con el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes 2002, y el galardón a la mejor actriz Kati Outinen -junto a otros muchos más reconocimientos, véase su selección en los Oscar para la mejor película extranjera-, la película se perfila como una de esas producciones calladas, que arrasan entre la crítica y el público por su fuerza artística y no por sus campañas de marketing.

Kaurismäki, el director finlandés más internacional, consolida una vez más su gran talento para la poesía más prosaica: la urbana. La estética cromática de unos tempranos 70, la capacidad expresiva de unos escuetos diálogos, y el elogio magistral de la cordialidad humana consiguen conectar con un público dispuesto a ver un film lejano al estereotipo que puebla nuestras pantallas.

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