
Una inmersión en la mente del artista surrealista en un intento por retratar su excentricidad. Coherente con sus formas y aprovechando inteligentes recursos, al final queda una entretenida propuesta.
Una inmersión en la mente del artista surrealista en un intento por retratar su excentricidad. Coherente con sus formas y aprovechando inteligentes recursos, al final queda una entretenida propuesta.
El dúo de creadores Alexandre de la Patellière y Matthieu Delaporte repiten con Dumas en la gran pantalla. Esta vez se enfrentan a la obra magna del escritor con una película a la altura del famoso personaje literario.
Una desconcertante adaptación literaria que parece no acabar de aterrizar y se queda flotando en su enigmática atmósfera de luces fulminantes y música constante. Una obra que promete más de lo que ofrece.
La propuesta de Quentin Dupieux es una comedia absurda y surrealista muy difícil de explicar, porque carece de sentido. Y, a pesar de todo, consigue divertir e incluso provoca carcajadas.
El film consigue introducirnos en el caos y los duros momentos en los que el servicio antiterrorista trabaja a contrarreloj para proteger a la ciudadanía. Pero algún momento lento puede distraernos de la trama.
Una comedia simplona sobre el desamor y la concepción errónea del cariño que no termina de funcionar, en parte, por una incoherencia narrativa y un desatino de personajes incapaces de confluir de manera natural.
El intento de construir un relato grandilocuente sobre el amor y la complicación de la vida se queda en una pobre y confusa ojeada a la desorientación (también narrativa) de una treintañera.
Stéphane Demoustier dirige un film correcto y doloroso con una buena realización, pero con falta de profundidad en el contexto y los personajes. La historia que se narra es descorazonadora y aboca al pesimismo.
El filme empieza como un elogio del bombero ejemplar –valor, heroísmo, camaradería– para luego convertirse en el drama de un renacer. Franck se enfrentará a una prueba más dura que cualquier rescate que haya protagonizado, la de aceptar su nueva realidad.
La relación intelectual entre un alcalde de provincias y su joven asesora filósofa se convierte en una película simpática, que nos recuerda que la actividad cerebral es imprescindible para la plenitud del ser humano y de la sociedad.