
Aunque el largometraje de Nicolas Vanier contaba con una serie de elementos sugestivos, el conjunto general resulta aburrido por los numerosos clichés y el humor poco elaborado de las conversaciones.
Aunque el largometraje de Nicolas Vanier contaba con una serie de elementos sugestivos, el conjunto general resulta aburrido por los numerosos clichés y el humor poco elaborado de las conversaciones.
Una feel-good movie que desborda simpatía y nos recuerda el valor de la amistad y la convivencia, endulzado por unos paisajes naturales apabullantes. Su metraje escueto y un guion sencillo la convierten en una grata apuesta para ver en familia.
Una película de tintes costumbristas, con ecos de La fortuna de vivir, que hace revivir al espectador los aromas de la mirada limpia de la infancia. A pesar de sus buenos augurios, al film le falta un buen remate.
En la peculiar familia Bélier, todos son sordos menos Paula, que tiene 16 años. Ella es indispensable para su padres en el día a día, […]
Julio de 1979. Albertine, una niña de diez años, y sus familiares se reúnen en una casa rural de Bretaña para celebrar el cumpleaños de […]