
La secuela de Eric Lavaine es una historia simpática con actuaciones naturales y una buena puesta en escena. Es un largometraje sencillo, que no aporta nada nuevo, pero tiene pinceladas de humor originales y divertidas.
La secuela de Eric Lavaine es una historia simpática con actuaciones naturales y una buena puesta en escena. Es un largometraje sencillo, que no aporta nada nuevo, pero tiene pinceladas de humor originales y divertidas.
Aunque el detonante es el histórico terremoto de Tokio en 2011, esta película aborda, con precisión, un conjunto de cuestiones y dramas vinculados con la ética de las decisiones en nuestro día a día.
Nueva comedia francesa con niños de por medio que abusa de la vulgaridad, aunque también plantea (y no resuelve) algún tema de calado.