
Adam Robitel dirige una secuela llena de acción que llega a grandes extremos, aunque poco original. Con un planteamiento interesante y una magnífica ambientación, consigue despistar y jugar con la mente del público.
Adam Robitel dirige una secuela llena de acción que llega a grandes extremos, aunque poco original. Con un planteamiento interesante y una magnífica ambientación, consigue despistar y jugar con la mente del público.
Un guión poco original para los amantes del terror, donde destacan la ambientación y los efectos especiales por encima de los personajes o sucesos.
Un atrevido drama-romántico para adolescentes sobre un joven que es gay. La película está llena de estereotipos americanos, secretos y mucho embalaje para que, sin quererlo, termine siendo predecible y enlatada.