Las cuatro palabras mágicas

¿Alguna vez te has preguntado cómo puedes cuidar de tu cerebro? Los adultos tenemos un papel clave como educadores, ya seamos padres o docentes. Somos referentes y agentes socializadores primarios de los niños, por lo que debemos ayudarles a proteger su cerebro y su desarrollo integral. Para plantearlo de manera fácil y ayudar a los peques a aprender a cuidar su atención, memoria y concentración, podemos trabajar con ellos cuatro palabras mágicas: tiempo, sueño, intimidad y autocontrol.

El tiempo

El tiempo es un concepto muy importante que está perdiendo valor en la sociedad actual, inmersa en la inmediatez y la rapidez. Esto se debe al uso constante de las pantallas y nuestra constante participación en redes. Con tan un solo clic, accedemos a cualquier dato, y somos plenamente conscientes de ello.

¿Sientes que son adictivas? ¡Has dado en el clavo! La dopamina que generamos cuando algo nos gusta activa nuestra sistema de recompensa, y no podemos evitar querer dedicar más rato a esta actividad. La neurología nos recomienda no sobrepasar las dos horas de uso de este tipo de dispositivos. Con media hora de pantallas, nuestro cerebro desconecta y descansa. Pero, por el contrario, cuando abusamos, nuestras neuronas se encuentran más cansadas y nerviosas, y entorpecen nuestra capacidad de atención, concentración y memoria. Este estado se debe al exceso de cortisol y a la dopamina.

Hay que aprender a invertir en un tiempo de ocio de calidad, es decir, dedicar espacios a actividades que realmente nos gusten y aporten. Por supuesto, esto no significa que no podamos utilizar pantallas, pero debemos hacerlo con cabeza y sin abusar.

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El sueño

En segundo lugar, encontramos la palabra sueño. Todos tenemos claro que dormir es importante, pero, ¿sabemos por qué? Mientras dormimos, nuestro cerebro no descansa, sino que se pone a trabajar: debe almacenar toda la información que ha recibido durante el día.

Si nos vamos a dormir y justo antes hemos estado jugando a un videojuego o hemos pasado un rato en alguna red social, nuestro cerebro tiene un exceso de cortisol y adrenalina que no nos facilitará conciliar el sueño, por lo que tampoco permitirá trabajar a nuestro cerebro.

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Autocontrol

Otra manera de cuidar nuestro cerebro es a través del autocontrol. Los niños deben aprender a gestionar los tiempos de pantalla de manera autónoma. Al principio necesitarán que les guiemos y se lo recordemos, hasta que lo incorporen como hábito. Podemos ayudarles a través de rutinas: “antes de hacer los deberes no juego a videojuegos” o “mientras comemos no veo una serie”. Lo más importante es que los adultos seamos ejemplo en todas las situaciones del día y acompañemos a nuestros hijos e hijas en su aprendizaje.

Al fomentar la responsabilidad de los niños, no solo conocerán los límites de tiempo en las pantallas, también aprenderán a elegir qué actividades de ocio son mejores, a distinguir qué contenidos son adecuados para su edad y a respetar sus horas de sueño.

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Intimidad

Para acabar, hablamos de intimidad o privacidad. Del mismo modo que no confiamos nuestros secretos a todo el mundo, debemos aprender a distinguir qué datos son privados y cuáles no lo son necesariamente.

Toda la información que comparto online –ya sean fotos, vídeos o comentarios–, se queda en la red. Cuando borro algún contenido, este no se muestra en la aplicación, pero tampoco se elimina definitivamente. Toda esta información, si no dedicamos un momento antes de colgarla a decidir si quiero que sea o no pública, puede suponer un peligro y ser utilizada en nuestra contra en cualquier momento.

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¿Cómo nos afectan las pantallas?

Las pantallas no solo afectan a nuestro cerebro, también lo hacen sobre nuestra manera de ser y nuestra autoestima. Cuando hacemos scroll en las redes sociales llegamos a experimentar muchas emociones: envidia, ansiedad, ira, tristeza, etc. A la vez, un exceso de tiempo en el mundo online puede distanciarnos de las personas si no es en el momento adecuado.

Por ello, es importante fomentar el espíritu crítico desde pequeños, que permite analizar lo que vemos y apreciar cuando es un buen momento para cada actividad. Buscar otras ocupaciones que impliquen a familia y amigos (excursiones, museos, parques, juegos de mesa, etc.), ayudará a nuestros hijos a desarrollar habilidades intrapersonales e interpersonales. No podemos olvidar que, cuando le damos un móvil a un niño, lo estamos desconectando del mundo real. Como adultos hemos de tener presente que cuando desconectamos, conectamos.

Firma: Nerea Andreu Cler.
Pedagoga y profesora de la Fundación Aprender a Mirar