Enric F. Gel se pregunta: ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué es la realidad? ¿Soy libre? ¿Cuál es el sentido de la vida? Y, si no tiene sentido, ¿vale la pena vivirla? ¿Cómo puedo comprender este mundo loco? Y, por cierto… ¿qué venía a buscar a la nevera? Un monólogo interno que todos hemos tenido con nosotros mismos. Y si no lo hemos tenido, quizá es el momento de plantearse cómo vivir en este mundo moderno.
Después de asaltar la nevera, y de leer su nuevo libro, hemos podido preguntarle algunas cosas más.
Enric, por favor, cuéntanos cuál es el objetivo de ¿Hay filosofía en tu nevera?
He intentando escribir un libro de introducción a la filosofía en un tono ameno, accesible y divertido, que pueda ser la puerta de entrada a esta disciplina a cualquiera interesado en profundizar en ella sin perderse por el camino. En mis años de estudio de la filosofía, me he encontrado que es fácil meterse en laberintos sin salida, llegando a posicionamientos que, a las luces del ser humano corriente, son de lo más absurdos.
Lo que he querido hacer, entonces, es reconocerle su lugar a esa sabiduría pre-filosófica de la calle y marcar las pautas de una filosofía del sentido común, que pueda apelar a las intuiciones de la experiencia humana más básica. No es, pues, un mero libro de historia de la filosofía, donde se detalla el pensamiento de diversos autores (aunque también hay un poco de esto), sino más bien un repaso de algunos de los grandes temas de la filosofía, desde una perspectiva concreta que me encargo de defender.
Como divulgador tanto en internet como, ahora, con tu libro, ¿cuáles crees que son las claves para llenar el entorno digital de contenido a la vez atractivo y que aporte valor?
De entrada, hay que partir de una pasión por comunicar. Si el divulgador no cultiva o cuida esta pasión que le hizo empezar, continuar frente a las dificultades (que las hay) le va a ser imposible. Pero, además, creo que es necesaria la voluntad de bajarse un poco del propio pedestal imaginario, si podemos hablar así.
Al filósofo a veces le sucede que se encierra en una especie de torre de marfil, hablando en un lenguaje privado que solamente él y dos o tres discípulos entrenados son capaces de entender, y así se siente superior al resto del mundo. Siempre he considerado a alguien así como un filósofo fallido: el filósofo, además de pensar la realidad, tiene la misión de transmitir a los demás lo que ha pensado, y para hacerlo, tiene que estar dispuesto a comunicarse en un lenguaje que todos entiendan.
¿Con qué inconvenientes se encuentra un divulgador que compite contra publicaciones vacías o libros de influencers sin interés literario?
En Youtube, el contenido educativo tiene que competir a cada segundo con una miríada de contenido mucho más divertido, llamativo y superficialmente interesante. Incluso cuando estás concentrado viendo un vídeo, Youtube hace lo posible por mostrarte otros contenidos que puedan llamarte la atención si te aburres ni que sea un instante. Esto es complejo, por descontado, y puede llegar a ser descorazonador, pero plantea un desafío intrigante: el truco está en conseguir casar el aprendizaje, la divulgación, con el entretenimiento, y generar un contenido que, al tiempo que entretiene, emociona, divierte, pues hace reflexionar y transmite valor.
Las pantallas han cambiado no solo el modo de aprender de los niños, sino el modo de informarse y de pensar de muchos adultos ¿en qué se ha visto reflejado eso en el campo de la filosofía?
Creo que, como todo, tiene efectos positivos y negativos. En positivo, han democratizado el acceso a la filosofía. Ya no es solamente la persona que puede dedicarse profesionalmente a la filosofía la que tiene la oportunidad de aprender sobre ella, sino cualquiera, en la medida de sus posibilidades.
También nos ha forzado a los filósofos y divulgadores a encontrar nuevas formas de comunicar la filosofía, lo cual hay que celebrar. Al mismo tiempo, es innegable que las pantallas tienen sus efectos adversos, y que te ponen a competir con contenido contra el cual la filosofía tiene pocas posibilidades de ganar. ¡Pero ahí está el reto!
Dentro del marco de la campaña #ElMóvilNoEsUnJuguete tratamos de resaltar la importancia de las actividades analógicas frente a las digitales. ¿Crees que eso incrementa también el interés por preguntas como las que tratas en tu libro?
¡Por supuesto! Uno de los problemas del teléfono móvil es que es una fuente inagotable de estímulos constantes. La filosofía, en cambio, necesita un cierto silencio u ocio interior. Es como si todos tuviéramos dentro una vocecita que es la que nos susurra las grandes preguntas. Pero, claro, para oírla, tenemos que estar libres de distracciones, y en eso el móvil, especialmente su abuso, no ayuda.
En esta época del sentimiento ¿cómo poner de moda la razón?
Creo que la solución pasa por un alto al fuego en la guerra entre razón y sentimiento. Hay que mostrar, por un lado, que el sentimiento necesita a la razón, para no terminar abrazando las falsedades más absurdas y peligrosas, pero por otro lado, que la razón no es ajena al sentimiento, que no tiene por qué ser aburrida, gris, insulsa, que puede ser emocionante, trepidante, apasionante. Por decirlo en forma de eslogan, y si se me permite parafrasear a Kant, el sentimiento sin la razón es ciego, pero la razón sin sentimiento no es humana.
Después de estas reflexiones, no podemos dejar de agradecer a este filósofo y comunicador su tiempo y, por supuesto, su libro. ¿Hay filosofía en tu nevera? nos puede ayudar a todos a colocar las pantallas en su sitio y a dejar que nuestro cerebro descanse, piense, se aburra y, por tanto, sea más creativo y más social.
¡Gracias, Enric!
Enric F. Gel fue nuestro portavoz en la campaña #ElMóvilNoEsUnJuguete del año pasado: