Las pantallas se han convertido desde hace años en el acompañante perfecto para padres e hijos: siempre están disponibles, nos permiten desconectar de la realidad y entretienen desde el primer minuto. ¿Se puede pedir más? Desde luego que no. Pero, como podéis imaginar, la desinformación digital de los padres y la falta de hábitos de consumo puede convertirse en un problema.
Por todo ello, cada vez es más necesaria la formación audiovisual. ¿Sabemos a qué juegan? ¿Qué youtubers siguen? ¿Cuánto rato pueden utilizar la consola? ¿A qué edad le compramos el móvil? A continuación, intentaremos responder a algunas cuestiones que creemos os resultarán muy útiles.
El videojuego como encuentro social
El juego online ha marcado un antes y un después en la industria del videojuego. Pero especialmente desde la pandemia ha adquirido una nueva dimensión. Ya no se trata simplemente de jugar con gente de cualquier lugar del mundo, sino de quedar con los amigos a una hora determinada. Ante esto, tenemos una importante batalla por delante. La excusa de “he quedado con los amigos” no puede convertirse en la justificación para partidas eternas.
Os aconsejamos que el dispositivo esté en una sala común, nunca en la habitación. Es la manera más sencilla de poder saber con quién habla, cuánto rato juega y, de paso, si dice alguna palabrota.
La tablet, descontrol al alcance de todos
Si hay un dispositivo que acompaña a nuestros hijos desde pequeños, esa es la tablet. Diríamos que antes incluso que una consola. De hecho, se ha convertido en el chupete digital “ideal” para nuestros hijos. Y es que, desde bien pequeños tienen autonomía de uso total con el dispositivo. Grave error, todo sea dicho.
Pero el problema no reside solo en las horas de uso descontroladas, sino en qué pueden ver o a quién pueden seguir. Evidentemente, es muy complicado saber qué youtubers son más o menos recomendables. De entrada, os recomendamos el uso de un control parental. Tenemos algunos gratuitos y otros de pago, pero es esencial que limitemos las aplicaciones que se pueden descargar (no nos vayamos a llevar un susto con la cuenta). Respecto a los youtubers, no nos queda otra que estar atentos y prestar atención.
Partidas sin límite
Los dispositivos móviles y las tabletas introdujeron hace años un nuevo tipo de videojuego: el juego casual. Estos ofrecen partidas cortas, rápidas y de dificultad adaptable, pero también muy adictivos. No es de extrañar que comiencen a jugar y no sepan parar. Al fin y al cabo, están hechos para esto.
Del mismo modo, muchos títulos gratuitos tienen en los micropagos y los juegos de azar su principal forma de recaudar dinero. Personajes extra desbloqueables, nuevas armas, skins o apariencias específicas, etc. Cualquier excusa es buena para hacernos gastar dinero. Cuidad mucho el tiempo de juego y los posibles pagos. Media hora es más que suficiente de pantallas.
¡Quiero un móvil!
Uno de los caballos de batalla más complicados de controlar hoy en día. Nuestros hijos e hijas tienen su propio smartphone cada vez más pronto. Antes hablábamos de la adolescencia como el umbral que marca el antes y el después en el uso del móvil. Ahora, muchos niños y niñas de ocho y nueve años tienen el suyo propio.
Si bien es cierto que no hay una edad marcada para comprarlo, es importante que tengamos en cuenta varias consideraciones. En primer lugar, la madurez de nuestro hijo es determinante. Si en educación no hay dos niños iguales, en las tecnologías, tampoco. En segundo lugar, debemos pensar para qué le compramos el teléfono. ¿Necesidad real? ¿Para jugar? ¿Por mera presión social? Tenemos que ser muy cautos con esto e intentar alargar lo máximo posible la edad a la que se lo compramos.
Tenemos que dar ejemplo
Un último punto, pero, quizás, el más importante. Para “desempantallar” a los niños, debemos comenzar por los adultos. La actitud de los padres es determinante y, muchas veces, la causa de ciertas adicciones. Aun sin darnos cuenta, usamos el móvil por inercia, utilizamos la tablet como aparcamiento de niños y buscamos en las redes sociales el autorreconocimiento de nuestro día a día. Nuestros hijos, al final, imitan lo que ven. Si queremos solucionar un problema, primero tenemos que empezar por nosotros mismos.
Firma: José Carlos Amador