
Una película que estira la infidelidad de la protagonista como un chicle. El tono frívolo y la pérdida de conciencia de culpa agota un guion que no puede salvar ni el dúo principal.
Una película que estira la infidelidad de la protagonista como un chicle. El tono frívolo y la pérdida de conciencia de culpa agota un guion que no puede salvar ni el dúo principal.
Junichi Satō y Yū Kamatani se alejan de una secuela estricta en esta adaptación del famoso anime en su vigésimo aniversario, y apuestan por un coming-of-age que enternecerá a los fans ya adultos de la serie.
David Earl y Chris Hayward han creado e interpretado a dos personajes entrañables que son capaces de hacer reír y emocionar. Con equilibrio acertado, el film es un relato cautivador sobre la amistad y la aceptación.
Lo único que se sostiene en esta película son las actuaciones de las caras más conocidas del reparto. El resto: escenas de acción y violencia gratuita en una historia que transmite una idea errónea y nociva de lo que es la justicia.
Jodie Comer guía con su voz esta documentación de un mundo de hombres y motores. Un ejercicio que deviene, igual que el libro homónimo, una inmersión en un contexto concreto y desde un prisma humanizado.
Este drama inspirado en hechos reales construye la incomodidad desde el manejo de la tensión sutil y un sólido guion. Una dura crítica contra aquellos acusados de infames crímenes y una reflexión sobre las mentiras.
Una secuela cómica de humor insulso, terrible guion y redundancia cansina. Pese a disponer de un increíble elenco, sus esfuerzos actorales no consiguen ser aliciente suficiente para levantar la película.
Marvel afronta esta secuela tras la muerte de su protagonista con un tacto que nadie esperaba. El déficit en efectos visuales se compensa en guion, liderado por la gran actuación de Letitia Wright.
El film de Eli Roth no arriesga al reunir elementos habituales en las superproducciones de ficción. El resultado es una película entretenida con ritmo, toques de humor y algún giro de guion que quizá sorprende.
La biografía de Siegfried Sassoon era más prometedora de lo que logra captar Benediction. El film empieza a decaer cuando se centra en los amoríos del protagonista y se convierte en un relato artificial y demasiado largo.