
Película valiente y comprometida, ganadora del premio Label Europa Cinemas en Cannes. Grande, intensa y necesaria. Una tesis sobre la búsqueda de la verdad y el miedo a decidir qué hacer con ella.
Película valiente y comprometida, ganadora del premio Label Europa Cinemas en Cannes. Grande, intensa y necesaria. Una tesis sobre la búsqueda de la verdad y el miedo a decidir qué hacer con ella.
La amistad entre dos niñas de ocho años da pie a una maravillosa reflexión acerca del vínculo materno-filial. Las dos pequeñas actrices protagonistas deslumbran en este conmovedor relato, sencillo pero profundo.
La película muestra con realismo lo que se cuece en la industria del cine porno de Los Ángeles. Su tono directo resta protagonismo y sutileza a los matices humanos que se intuyen en algunos pasajes.
El misterio romántico que plantea la cinta parece más prometedor de lo que realmente llega a ser. Aunque la propuesta de Lili Horvát cuenta con buenas interpretaciones y una banda sonora cuidada, el guion no acaba de ser solvente.
El debut de Elsa Amiel traslada a la gran pantalla el universo excéntrico de los culturistas. Gracias a una fotografía sugerente, la audiencia se sumerge en la dureza de ese estilo de vida que deja una sensación desagradable.
La esperada secuela de los personajes de Beatrix Potter mantiene un impecable nivel ténico y visual, además de algún pasaje brillante. Pero se acomoda en una narración demasiado poblada y algo descuidada.
Un retrato realista de las situaciones, obstáculos y prejuicios que pueden experimentar los habitantes de Europa del Este que buscan construir una nueva vida en países occidentales.
Emmanuelle Devos y Grégory Montel protagonizan una comedia sencilla y elegante basada en la disparatada relación de dos personajes muy distintos. Su originalidad recae en el sector en el que se sitúa: el interesante mundo de las fragancias.
Los roles y el trabajo de Karra Elejalde y Quim Àvila son lo más destacable de esta divertida comedia que cavila en torno a los diferentes conceptos del amor. El film es ligero y su objetivo es hacer reír a una audiencia específica.
La mirada de un niño de diez años ilumina los trágicos sucesos en torno al genocidio de Ruanda. A pesar del dolor y la angustia, la película tiene un tono positivo y acerca este periodo histórico a un público más amplio.