
Un retrato familiar e intergeneracional que conjuga con acierto emotividad, comicidad y dramatismo. Al final, deja un buen sabor de boca y nos obliga, con tacto, a atender a nuestras propias dinámicas familiares.
Un retrato familiar e intergeneracional que conjuga con acierto emotividad, comicidad y dramatismo. Al final, deja un buen sabor de boca y nos obliga, con tacto, a atender a nuestras propias dinámicas familiares.
Se trata de un relato sorprendente. Aunque tiene un planteamiento muy atractivo, No mires a los ojos pierde interés según avanza la historia y se descubren las peculiaridades de los protagonistas.
El segundo trabajo de Claudia Pinto trata, con poco éxito, un asunto delicado. Aunque las actuaciones y la fotografía son correctas, los silencios, la excesiva tranquilidad y los giros argumentales componen un resultado irregular.
Paraíso no resulta el lugar prometido para perderse. Un pastiche de ideas encadenadas sin acierto.