Jugamos online. ¿Oportunidad o riesgo?

En el mundo digitalizado en el que vivimos, Internet se ha convertido en una forma de entretenimiento casi “fundamental” para muchos niños y adolescentes. Ya sea porque están jugando en sus consolas, hablando con sus amigos, navegando en línea en sus dispositivos móviles o conectándose en grupo a través de plataformas de juegos en la red.

Sea como sea, la experiencia digital forma parte de su día a día. Y lo cierto es que, aunque hay muchas posibilidades emocionantes asociadas con el juego online, también hay importantes riesgos que los padres debemos tener en cuenta. Pero, ¿cómo de peligroso es? ¿Hay motivo real para preocuparnos?

Artículo Riesgos y oportunidades

Un mundo lleno de oportunidades

El juego en línea ofrece una variedad de opciones, aunque pensemos lo contrario. Por un lado, amplía el reto de la partida. Y es que, no nos engañemos, por muy compleja que pueda ser una IA, conectar con otras personas siempre supone un reto más ajustado y “humanizado”. Muchos juegos requieren que los participantes piensen estratégicamente, tomen decisiones rápidas o resuelvan desafíos verdaderamente complejos.

Además, el juego en línea puede ser una forma importante para que los jóvenes socialicen. A través de las opciones multijugador, los niños y adolescentes pueden conectarse con amigos y compañeros, trabajar para lograr objetivos comunes y desarrollar habilidades de colaboración. Antes, quedábamos en casa de un amigo, ahora, cada uno juega desde su casa.

Por otro lado, el aspecto creativo también es digno de mención. Muchos títulos permiten que los jugadores personalicen sus personajes, construyan mundos virtuales y creen historias únicas, lo que sirve para estimular la imaginación.

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Pero también de peligros

Sin embargo, junto con estas oportunidades, el juego en línea también presenta una serie de peligros que los padres debemos tener en cuenta. Uno de los mayores riesgos es que incita a la adicción. No nos engañemos: jugar online engancha. Y es que, si mezclamos videojuegos, amistad y reto, el resultado puede implicar largas jornadas conectados en lugar de realizar otras actividades físicas, quedar con amigos o dedicar tiempo al estudio.

Esta adicción creciente puede provocar problemas en el comportamiento de los niños. La ansiedad, los cambios de humor, la falta de sueño y el gasto desmesurado en contenidos digitales son solo algunos de los síntomas que puede generar un abusivo uso del juego en línea.

Por otro lado, existe el riesgo de que los jóvenes puedan ser expuestos a contenido inapropiado o interactúen con extraños. Aunque muchas plataformas tienen medidas de seguridad, no siempre es posible evitar completamente el acceso a contenido no deseado o a personas que podrían representar un peligro para los más pequeños. ¿Sabemos con quién están hablando? ¿Conocemos a qué gente agregan?

En resumen, como podemos ver, jugar online puede comportar una serie de riesgos, principalmente asociados a la adicción y a la falta de filtros. Por ello, es esencial que padres y madres establezcamos límites claros sobre el tiempo de pantalla y supervisemos de cerca las actividades en línea de nuestros hijos. Al fin de cuentas, preocuparnos por ellos y ellas no es una falta de confianza, sino una manera de demostrarles lo mucho que nos importan.

Firma: José Carlos Amador