Ayer tuvo lugar una de las noches más esperadas del año para los cinéfilos: la noche de los Óscar. Bajo el esplendor de los focos y el glamour del Dolby Theatre de Los Ángeles, las estrellas volvían a desfilar para descubrir quién se alzaría en cada una de las veintitrés categorías y quién cogería el testimonio de la gran sorprendente triunfadora del año pasado: Todo a la vez en todas partes. Aunque la gala, nuevamente presentada por Jimmy Kimmel, ya prometía seguir el camino de la previsibilidad que han ido recogiendo recientemente los certámenes académicos de este calibre.
El fin del Barbenheimer
Si de algo sirvió la gala fue para zanjar la gran confrontación cinematográfica acontecida el año pasado: el “Barbenheimer”. Se podría decir que no hubo casi repartición en unos premios en los que, al igual que el año pasado, tres películas acumularon de forma desigual el conjunto de galardones. El primer puesto lo concentró Oppenheimer con siete estatuillas, seguida algo por detrás con Pobres criaturas con cuatro.
La cinta de Christopher Nolan no dejó espacio para la competición y, mucho menos, para el duelo con Barbie. La taquillera cinta de Greta Gerwig puede consolarse con la celebración de ser la cinta más taquillera del año pasado, la que más ha recaudado para Warner Bros. y no ser una de las que se ha ido de vacío como Maestro (7 nominaciones), la segunda película como director de Bradley Cooper, o la ópera prima de Celine Song, Vidas pasadas, tan celebrada en los círculos de producciones independientes.
Así pues, Barbie solo consiguió coronarse en la categoría de Mejor Canción gracias a la emotiva What Was I Made For? de los ahora dos veces ganadores al Óscar Billie Eilish y su hermano Finneas O’Connell –la primera vez fue con No Time To Die de la última entrega del agente 007: Sin tiempo para morir-. No obstante, el momentazo musical claramente se lo llevó Ryan Gosling, quien se marcó un espectáculo con el tema (también nominado) de Barbie: I’m Just Ken. Una noche donde el rosa tuvo sus apariciones, pero no pudo detener la detonación de la bomba de Nolan.
Cine internacional y animación de alto nivel
Posiblemente, las dos categorías a las que el talento español optaba a lograr algo eran las dos más reñidas en cuanto a calidad: Mejor Película de Animación y Mejor Película Internacional.
Por un lado, Robot Dreams de Pablo Berger no pudo pararle los pies a la fantasía y la profundidad de El chico y la garza. Con ella, Hayao Miyazaki consiguió su tercer Óscar, después del obtenido por El viaje de Chihiro y el honorífico recibido en 2015, y se sobrepuso a su otra gran rival: Spider-man: cruzando el multiverso.
Por su parte, la cinta de Juan Antonio Bayona no consiguió ni Mejor Maquillaje, ni Mejor Película Internacional. La sociedad de la nieve tuvo que vérselas con otras grandes competidoras como Perfect days y la finalmente ganadora: La Zona de Interés. Esta acabó haciendo doblete al llevarse el Mejor Sonido.
Las reivindicaciones de la noche
Después del mensaje antibelicista de la multipremiada Sin novedad en el frente el año pasado, estos apuntes siguieron presentes en la presente ceremonia. Jonathan Glazer aprovechó su discurso de La zona de interés para hacer un llamamiento contra la deshumanización de los conflicto actuales y cómo su película sobre el holocausto es más actual que años atrás, con terribles resonancias con nuestro presente.
En la categoría de Mejor Cortometraje de Animación, esa proclama antibélica siguió presente con WAR IS OVER! Inspired by the Music of John and Yoko, una pequeña pieza que presenta las pérdidas de la guerra en una simbólica partida de ajedrez. Y menos metafórico fue el documental que se ganó en la categoría de Mejor Documental: 20 días en Mariúpol. Una película que el propio director, Mstyslav Chernov, afirmó que “ojalá jamás haber hecho” y cuyo discurso aprovechó para lanzar una alegato en contra de la invasión rusa.
Paralelamente a ellas, la reivindicación de Martin Scorsese con su magnífica adaptación de Los asesinos de la luna se fue con las manos vacías a pesar de sus 11 nominaciones. Un acontecimiento que recuerda a lo que ocurrió con Los Fabelman el año pasado y que parece más que un ninguneo a grandes directores.
Primeras veces, segundas victorias
Ganar un Óscar es un hecho que a nivel profesional te cambia la vida y, si encima eres primerizo, da aún más ilusión. Sin embargo, más allá de los premiados, quien sin duda fue uno de los protagonistas de la velada fue Messi, el talentoso perro de Anatomía de una caída. Este thriller francés, pese a no haber sido presentado por nuestro país vecino para optar a Mejor Película Internacional, recibió cinco nominaciones y acabó permitiendo que Justine Triet y Arthur Harari recogieran el de Mejor Guion Original. Por su lado, su hermano mellizo, la categoría de Mejor Guion Adaptado, cayó en manos de American Fiction.
A pesar de haber sido previamente nominado en varias categorías –entre ellas, justamente de guion– por Los Tenenbaums. Una familia de genios, Fantástico Sr. Fox, Moonrise Kingdom, El Gran Hotel Budapest e Isla de perros, Wes Anderson terminó por obtener el reconocimiento con una pieza más reducida. El Mejor Cortometraje de Ficción se otorgó a La maravillosa historia de Henry Sugar, la cual mantiene la estética y el detalle milimetrado de sus otras obras.
Y junto a Wes Anderson, las categorías interpretativas también gozaron de premiados noveles. La primera nominación también fue la primera victoria para Cillian Murphy y Da’Vine Joy Randolph, quienes terminaron la noche como Mejor Actor Principal por su retrato del padre de la bomba atómica y Mejor Actriz de Reparto por su emocional despliegue actoral en la fabulosa Los que se quedan. Paralelamente, Robert Downey Jr. probó que realmente a la tercera va la vencida y se coronó como el Mejor Actor de Reparto.
Finalmente, el incierto de quién sería la Mejor Actriz de esta nonagésimo sexta edición de los Óscar se resolvió en favor de Emma Stone por su excéntrico papel como Bella Baxter en Pobres criaturas. Ante la adquisición de su segunda estatuilla dorada, la otra gran favorita Lily Gladstone se quedó a las puertas y, con ella, se perdió la oportunidad de premiar a la primera actriz nativa americana, pero no el recuerdo de lo verdaderamente valioso: una tremenda actuación bañada en la tragedia y en la resiliencia.
Conclusión
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Firma: Yoel González