Wild Bill

Antes de protagonizar 911, Rob Love probó suerte con esta ficción inglesa. Ahora ya sabemos que no renovó para una segunda temporada y que la audiencia se quedó con tan solo los seis capítulos de la primera entrega. Una lástima, ya que Wild Bill, sin salirse de los cánones tradicionales de las series policíacas, ofrecía un sello anglosajón interesante para el relato.

La diferencia de caracteres, de planteamientos vitales, de paisajes e, incluso, de medios para las investigaciones dan un juego singular a esta ficción. Love se muestra a gusto en su papel de extranjero menospreciado y su hija, una convincente Aloreia Spencer, calca el de una adolescente que ha sufrido más que otros chavales de su misma edad. La relación entre ambos marca esta historia de choques y acercamientos donde se apuesta por la importancia de la figura paterna.

En el departamento de policía, el elenco de personajes reúne diversas formas de entender la vida, de afrontar el trabajo, de apertura mental y de tolerancia. En Wild Bill, todos, incluyendo el protagonista, deberán adaptarse a los cambios y a los retos de su profesión. Retos que afectan directamente a las emociones y a los sentimientos de las víctimas con las que deben tratar.

Además de los casos que se van resolviendo en cada episodio, la trama central gira sobre el eje de la corrupción, de los chantajes y de los poderosos que mueven los hilos en las sombras. Bill, como la mayoría del elenco, buscará cómo sobrellevar los conflictos internos y externos que le empujan a tomar decisiones. Que la elección sea la acertada forma parte de cada uno de los habitantes de Lincolnshire, de su valentía y de su bondad.

Firma: Mar Pons