Balthazar

Título francés que recoge varios tópicos de la ficción: el brillante profesional con trastornos psicológicos, la agente de policía obsesionada con su trabajo, los caracteres opuestos, el humor macabro, la tensión sexual entre los protagonistas, el grupo de secundarios siempre funcionales, etc.

Su procedencia europea le otorga también esa característica atmósfera más costumbrista y natural. Barthazar se arropa con diálogos, interrogatorios, revisión de pruebas y estados de ánimo, mientras que se aparta de las persecuciones, las escenas trepidantes y la ingeniería forense. Por este motivo, sus personajes se hacen más cercanos y la audiencia sigue con el mismo interés los casos criminales y los personales.

Sin embargo, con el paso de las temporadas, el protagonista se va oscureciendo en su carácter y los conflictos personales empañan la ligereza inicial de la serie. También se despejan, por exigencias del guión (y de forma alarmantemente simplista), algunos impedimentos para que la relación entre los personajes principales pueda ir creciendo.

Además, existe una llamativa y creciente disparidad en el transcurso de los episodios: mientras los asuntos profesionales parecen elaborados a conciencia y siempre sorprenden por una evolución algo compleja (o, por lo menos, trabajada), la progresión de los protagonistas a nivel personal no deja de ser un ensayo de modelos adolescentes. Tampoco encaja esa falta de sensibilidad a la hora de mostrar los cadáveres, las autopsias y tanto cuerpo desnudo.

Al final, Balthazar es uno de esos títulos que utilizamos para pasar el rato y al que no hay que prestarle más atención que la que duran sus capítulos.

Firma: Mar Pons