Dahmer

El empeño por dar espacio a figuras que solo han aportado dolor y desesperanza a la sociedad es, cuanto menos, desolador. Que la audiencia responda alabando estas historias es preocupante. Por tanto, no vamos a dedicar más líneas de las necesarias para comentar este desafortunado título.

En el recorrido de este drama, el espectador asiste con detalle a las enfermizas pasiones del protagonista. A saber: drogar a sus víctimas para abusar de ellas, matarlas y trocearlas, entre otras cosas. Además, los traumas de su infancia y juventud no nos ahorran episodios de violencia y humillaciones. Y, más adelante, una existencia rodeada de cerveza, bares, drogas, engaños, palizas, pobreza, olores rancios, ambientes pringosos y soledad, mucha soledad. Con un ritmo demasiado lento y unos crímenes demasiado reales.
Puede que la serie tenga algunos aciertos a nivel narrativo y cinematográfico y una buena interpretación, pero todo esto nos parecería irrelevante si una de las víctimas nos tocara de cerca.

Al final, Dahmer es la explícita exposición de una vida que nunca debería servir como espectáculo, ni como entretenimiento, ni como producto de negocio para nadie.

Firma: Mar Pons