El club de las Canguro

Netflix estrena la propuesta del verano para preadolescentes basada en los libros de Ann M. Martin. Y no solo trata sobre preadolescentes sino que, verdaderamente, va dirigida a ellos, con un elenco adecuado a su edad, un punto de vista infantil y una historia llena de buenas intenciones. Sorprendentemente no nos encontramos ante un reparto veinteañero interpretando papeles de instituto, ni siquiera ante tramas adolescentes que todavía quedan lejos a los doce años.

El club de las Canguro presenta a varias chicas que recuerdan a los protagonistas de famosos libros de infancia como El club de los cinco o El club de los siete secretos. Igual que ellos, Kristy, Claudia, Mary Anne, Stacey y Dawn son un grupo de niñas sin maldad alguna que acaban de dejar primaria atrás y empiezan secundaria con el valor de la amistad por delante de todo y un objetivo común: montar un negocio para cuidar a niños.

Los diferentes capítulos tienen conflictos sencillos con desarrollos bondadosos y diferentes mensajes como la importancia de la familia, el respeto o el saber defender los propios ideales. Incluso toca temas serios como la enfermedad o el horror de los campos de concentración.

Sin embargo, es una pena que un producto tan acertado se vea estropeado al haber intentado modernizar las novelas originales y adaptarlas a los tiempos actuales. Este proceso causa que la serie no sea tan inofensiva como la venden y muestre niñas hipersexualizadas y coyunturas a las que la mayoría de preadolescentes no tienen que enfrentarse.

A las actrices, menores de catorce años, les sobran varios gramos de maquillaje, varios centímetros de tacón y muchos complementos. Es curioso cómo, ante un acierto tan importante como el elegir protagonistas con la edad conforme al rol, se haya decidido disfrazar a esas chicas de mujeres adultas, echando a perder el propósito de que hagan el papel de las niñas que son en realidad.

Por otro lado, también sorprende cómo un relato en el que ni siquiera aparece el tabaco o el alcohol, debido a la ingenuidad de sus personajes, esté lleno de intentos de adoctrinamiento en temas relacionados con el cambio de sexo (¡en niños de cinco años!), el colectivo LGTB o los diferentes tipos de familia que propone.

Es realmente triste que una oportunidad de oro como la que era El club de las Canguro, se haya desperdiciado sin ningún tipo de sentido. A pesar de ser una serie encantadora, entrañable y con bastante corazón, no podemos engañarnos: no es para los preadolescentes a los que dice dirigirse.

Firma: Patricia Amat