Harry Palmer: el expediente Ipcress

El expediente Ipcress ya fue llevado al cine en 1965 con un siempre bienvenido Michael Caine. Este título forma parte de las novelas de Len Deighton protagonizadas por un soldado inglés convertido en espía a su pesar. Ahora, Movistar+ trae esta miniserie británica que se extiende durante seis capítulos de casi una hora de duración cada uno.

Una de las maravillas de la ficción es poder adentrarnos en una época tan convulsa como la que nos ocupa y hacerlo admirados y casi con nostalgia. Lo cierto es que la realidad de entonces fue, sin duda alguna, muy diferente, muy dolorosa y muy poco recomendable para viajar a ella si dispusiéramos de una máquina del tiempo. Pero para dramas ya tenemos suficiente con la vida real. Así que nos sumergimos con gusto y agradecidos en esta carrera de espionaje elegante y no exenta de humor.

Y, cuando ya estamos dentro, nos cautiva lo clásico de su presentación, de su envoltorio (ambientes, paisajes urbanísticos y vestuario) y de su evolución. No esperamos sobresaltos porque no hacen falta, ni persecuciones ni disparos sin ton ni son. Esperamos y recibimos una trama lineal de entresijos políticos inteligente, engañosa y sorpresiva.

Además, en El expediente Ipcress, como en la vida misma, nada es blanco o negro. Así, lo profesional se tiñe con lo personal y el ser humano es la pieza clave, el arma y el argumento que define la acción. Una acción mesurada, correcta y plagada de detalles. Una acción que se narra con diálogos ingeniosos, irónicos y que definen a cada personaje.

En conjunto, Harry Palmer: el expediente Ipcress recupera el tono de lo clásico, lo presenta con ritmo, lo enriquece con la cámara, la luz y la fotografía, lo viste con estilo y, después de agitarlo, se ofrecen seis capítulos de una serie que se hace corta y unos protagonistas a los que esperas volver a ver pronto, muy pronto.

Firma: Mar Pons