La maldición de Hill House

Las historias de terror siempre han tenido una criatura oscura a la que los protagonistas tienen que destruir: el hombre lobo, una momia, uno, varios o infinidad de zombies, vampiros o fantasmas. Hasta aquí todo normal y nada extraordinario. Pero, ¿y si en lugar de ser un monstruo externo, es un monstruo interno?

Podríamos considerar La Maldición de Hill House como una serie de terror, de fantasmas o casas encantadas, otra historia más de sustos en la que hay que estar atentos para prever el impacto y evitar el enésimo infarto de la noche. Pero sería un error, ya que nos estaríamos quedando únicamente con el 10% de la serie.

La Maldición de Hill House presenta una historia de personajes. Utiliza el terror como excusa para ir mostrando lo complicado de las relaciones humanas, la dificultad de algunos para perdonar y la de otros para pedir perdón.

Por otro lado, es mucho más interesante cuando se centra en los hermanos que cuando pone el foco en los fantasmas. Esto es culpa de un guión que no es perfecto y al que a veces se le ven las costuras. Un guión que lleva a los personajes por donde quiere de una manera poco orgánica.

En su fotografía son el azul y el ocre los colores dominantes, con unos momentos concretos en donde predomina el gris. Esto facilita que la atmósfera sea fría, triste, opresiva y hasta decadente. Sin embargo, en algunos momentos puede llegar a hacerse repetitivo y plano.

En cuanto a las actuaciones, si bien es cierto que algunos destacan (lo de Oliver Jackson-Cohen es de otro planeta) más que otros, todos realizan unas interpretaciones memorables, haciendo mucho más cercanos a sus personajes, permitiendo que empaticemos y les comprendamos.

La Maldición de Hill House no es una seria perfecta. Tiene sus fallos, pero consigue llevarte a donde pretende, lo cual es un gran mérito. Además, te deja con un buen sabor de boca, habiendo disfrutado de la serie, incluso aunque no seas amante del terror (como este que escribe)

P.D.: Aunque pocos, la serie tiene un par de sustos que te hacen pegar un salto en el sofá.

Firma: Fernando Arenas