La muerte y esas cosas

Con una estética que recuerda a Wes Anderson y un escenario propio de una novela de Agatha Christie, La muerte y esas cosas arranca a buen ritmo, atrapando la atención del espectador. Poco a poco, se presentan más personajes y la trama se va enredando en un juego de ilusiones. En esta compleja maraña de figuras y sucesos, quizá se intenta abarcar demasiado y, junto con los saltos temporales, podría llegar a ser confusa, aunque magnética.

Por otro lado, es una pena que los capítulos estén salpicados de innecesarias escenas de sexo que vuelven la serie molesta y la convierten en contenido para adultos. Sin ellas, habría sido un interesante producto dirigido también a adolescentes y más agradable de procesar.

De todas maneras, los episodios son absorbentes e invitan a seguir la investigación hasta el final. En conjunto, resulta una temporada entretenida, ingeniosa y vibrante que ameniza un buen rato y exhorta a la audiencia a prestar atención.

Firma: Patricia Amat